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Crónica a los prólogos del Quijote

Siguiendo la costumbre habitual de los encuentros cervantinos que viene promoviendo la Asociación de Cervantistas de Sevilla en la muy hermosa villa del Guadalquivir, y sala Juan Ramón Jiménez del Exmo. Ateneo de nuestra ciudad, propiciando el mayor acercamiento a la insondable y siempre provechosa obra e historiografía de Miguel de Cervantes Saavedra; fuimos complacidos en la pasada tarde del veinte del corriente mes de marzo, por D. Antonio Rincón, médico pediatra y fervoroso cervantista de pro, y haciendo de presentador D. Francisco Romanco Villarán, Dr. en Ciencias Sociales de la Universidad Pablo Olavide y antropólogo Social y natural, ilustrándonos con sabio hacer y profuso cervantismo, muchos entresijos sobre D. Quijote y su autor, en singular sesión cervantina intitulada: “Los prólogos del Quijote”; ya por sí solos, obras de completa historia, bendecida por doctos maestros de las hermosas letras de nuestra tierra y fuera de ella.

            Con tarde inclemente para la calle y poco propicia para acudir a estos santorales de la cultura, por mor de la lluvia, los asistentes, disfrutamos tras unas breves palabras de Rafael Raya, presidente de la ACS, una sustanciosa y enriquecida velada sobre la enjundiosa, serena y calculada magistratura de los prólogos en primera y segunda parte de nuestro D. Quijote. Donde con todo lujo de detalles, Antonio Rincón, con buena y sabia maestría cervantista, nos fue desvelando que, cuanto más se conoce y examina la profunda intuición cervantista, mayor es el cariño y el amor a la obra que nos deja nuestro gran Cervantes sobre el entorno y conocimiento psicológico del ser humano, andanzas y asechanzas de la época, así como de la enorme humildad que profesa el autor del Quijote. Esto es sin hablar del temple y trato con que exime los agravios que le cocean y avientan en su aventura de escritor.

            Denodada esencia de esforzado y minucioso estudio este que nos muestra de las entrañables genialidades, que quizás el voraz y desocupado lector desconozca, como es mi caso. Aquí, en este coloquial y rico debate, con gracia y sutil desparpajo, Antonio Rincón nos iba deleitando, a la vez que dibujaba pensamientos cervantinos y desmenuzaba, dando luz sacra del contenido de los prólogos y adversidades del enjambre de ideas que Cervantes se plantea, antes de presentar al nunca imaginado hijo o hijastro, como él lo llama, seco y avellanado, pero ingenioso ejemplo de agudeza, que con faltas ve, ajetreando por el libre paisaje de la rústica y caballeresca vida, aunque como dice, fuese engendrado en una cárcel. Aquí se nos presentan esos ornatos no vistos muchas veces por el distraído lector, pero sí tropezados en los atriles y cenáculos de sabias plumas.    

            Se nos va desvelando o intuimos la formación característica del espíritu renacentista, que refleja la idea de lo que no se ve: el pensamiento. Acudo a esta época, porque de aquellos trotes e ideales nacen y se hacen obra y autor, dando forma y espíritu de la plenitud del renacimiento y su contemporaneidad, y, esto a mi llano entender, supone un desafío bicéfalo que Cervantes rompe con su visión creadora de espíritu ético, conjuntando la duda entrañada de hacerle o no, su prólogo a la universal obra de nuestra literatura. Pero ¡será por amigos!

            Con sutil gracejo de época, nos deja entrever las envidias y los odios del sustrato español subyacente. Yo llamaría asiento animal, pero no me atrevo, pensando en que pueda participar de su eterna discusión. Y a la vez, con la esperanza de superar un día ese abastecer didáctico de la grandeza humana. ¿Un día? “Castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya”. Será el único reproche que Cervantes haga al autor del falso Quijote, eximiéndose de otros vituperios. A ver si un día somos capaces de encontrar al verdadero autor de aquellas envidias. Lunas quedan, pero yo lo espero, mientras otros queden en casa curando sus heridas. “Cualquier discreta locura puede hacernos feliz”.

            Un ligero debate sobre lo expuesto por nuestro ponente Antonio Rincón, nos ayudará a clarificar ciertas dudas habidas y conculcadas curiosidades que siempre quedarán sin resolver, dada la prolija literatura y fuentes de hallazgos vertidos en este sin par e infinito pozo de genialidades provechosas y necesarias. Hoy me conformo con la aseverada frase que nos dejó uno de los asistentes a nuestra sesión, y por demás, cervantista enamorado de las enseñanzas de D. Quijote, y que así dejó dicha en primera persona: “El Quijote me ha educado”. Se puede ser de otra manera, pero no más claro.

Ramón González Medina

En Sevilla, 23 de marzo de 2025